La
educación tiene como pretensión servir de herramienta para el desarrollo de
las disposiciones naturales del hombre
esto le conduce a una consecuente realización de su propia humanidad. Pero esta
idea se ha vuelto abstracta porque la educación se ha convertido en una especie
de repetición de los conocimientos que comúnmente se encuentran albergados en
los libros, y de los que se creen tienen la verdad absoluta. En mi opinión las
escuelas se encuentran impregnadas del carácter tecnicista, puesto que, los
saberes prácticos empiezan a desarrollarse a partir de la Revolución
Industrial, cuando la producción de bienes materiales empieza a ser la premisa
de la civilización humana, esta situación opera bajo la lógica de un sistema de
educación utilitarista, es decir, la capacitación se hace técnica –y
conduce a preparar al individuo no a
obrar a beneficio del proyecto social, que pretende el beneficio común, sino al
adiestramiento de obreros para desempeñar un trabajo- . En esta premisa se
encuentra dada la relación educador-educando.
El
sistema de educación utilitarista, es sinónimo de controlar, dominar, oprimir,
subyugar, avasallar. Por tal situación no permite la trasformación del
individuo en la sociedad, sino que lo prepara para operar en ésta de forma
pasiva y conformista que le ubica en una aparente felicidad, que impide el
“desarrollo humano”. Éste refiere a, la capacidad que tiene el individuo para
reconocer y concebir sus capacidades cognitivas y físicas como el medio-fin por
el que se permita alcanzar continuamente una vida grata, es decir, el
desarrollo humano no se encuentra vinculado al crecimiento o disminución de
ingresos de un país, como no lo hace creer la educación utilitarista, sino
que se atribuye al creación de un entorno en el que las personas puedan
desarrollar su máximo potencial y llevar adelante una vida productiva y
creativa de acuerdo con sus necesidades e intereses.
Teniendo
en cuenta lo anterior, Paolo Freire aparece como uno de los precursores que
pretende trasformar la dinámica de la educación utilitarista (mecanicista), que
mantiene al individuo en una situación de conformismo ante su aparente
felicidad, esto viene a ser revolucionar la visión técnica y/0 mecanicista de
la educación. Puesto que, Freire plantea una pedagogía que se encuentra
fundamentada en la voluntad emancipadora (praxis-social). Esta teoría se
orienta a que cada individuo sea el autor de su propia historia.
Ahora
bien, surge la siguiente pregunta: ¿La educación actual le permitirá al hombre
liberarse de las cadenas opresivas de una cultura dominante (capitalismo,
educación utilitarista) o constituirá una utopía (esta última no es concebida
como una fantasía inalcanzable, sino como la verdad a la que debe o estará
inclinado el hombre, para alcanzar su desarrollo humano y su verdadera
felicidad)?.
Hasta
aquí he descrito dos reflexiones que se contraponen, la concepción de la
educación mecanicista (opresión y dominio al individuo) y la concepción de la
educación liberadora (práctica social y trasformadora). Ahora para lograr
abordar la anterior pregunta, he divido este escrito en tres momentos: en la
primera parte, alude a la condición en la que se encuentra el individuo en la
pedagogía de la opresión. En la segunda parte, se alude a la propuesta de Paolo
Freire y su característica y la actitud del educando y el educador. En la
tercera, y última parte, la cuota personal que aboga por el aprendizaje
dialógico como trasformador de la sociedad colombiana.
Ahora
daré, inicio a la primera parte, que consiste en mencionar la condición en la
que se encuentra el individuo en la pedagogía de la opresión.
La
reflexión elaborada por Freire se dirige a la pedagogía que se caracteriza en
la cultura oprimida, en esta se logra visualizar el problema en el que se
encuentra la educación a lo largo de la historia, se arraiga, en una conciencia
oprimida.
La
conciencia oprimida se entiende como el auto-desvalorización del individuo,
éste bajo esta condición es dominado fácilmente por quien lo somete y domina.
El individuo oprimido tiene las siguientes características, es pasivo y se
adapta a una sociedad opresora, es manipulable. Para el oprimido, el opresor es en relación
al oprimido el individuo que le da
significado a su existencia, puesto que, el opresor es quien codifica
el pensamiento del oprimido impidiéndole actuar. El oprimido se mantiene conforme ante esta condición de
minoría de edad, esta actitud es cómoda y facilista porque le permite obtener
un beneficio que logra subsanar algunas de sus necesidades, esto constituye una
prolongación de este tipo de cultura (cultura oprimida), desencadenando una
serie repetitiva de actos ligados a lo
siguiente: opresor-oprimido. “… la
violencia de los opresores hace de los oprimidos hombres a quienes se
les prohíbe ser…”[1].
La violencia de la es que victima tanto los opresores como los oprimidos, le impide
alcanzar una condición deshumanizante que le impide alcanzar el desarrollo de
sus capacidades físico-cognitivas.
Lo
anterior quiere decir, los opresores se conciben así mismo como las únicas
fuentes del conocimiento o de la verdad absoluta. El opresor le indica al
oprimido a actuar, vivir y guiarse a beneficio de la sociedad opresora,
mientras que los oprimidos son solo objetos a moldear de alma extraída que
viven sin ningún significado existencial, y en ningún momento se inclinan a la
búsqueda de la experiencia (vivida en relación con la naturaleza-hombre y
hombre-hombre). “… en última estancia es preciso que los oprimidos existan para
que los opresores existan…”[2].
Por
otro lado y continuando con lo propuesto, daré inicio a la segunda parte, esta alude a la propuesta de Paolo Freire y su
característica y la actitud del educando y el educador.
La
teoría de Paolo Freire consiste en una educación determinada por la relación
hombre- hombre y naturaleza- hombre, que obliga al individuo a salir de su
condición: minoría de edad. Esto
viene a ser la pedagogía debe constituir “la auténtica liberación del hombre”, esto quiere
decir, la pedagogía debe estar obligada a emancipar al individuo, a liberarlo
de su condición de incapacidad. Para lo que debe estar orientada a una
educación constructiva, que rechacé los canales conductuales en los que se
encuentra la educación. Para precisar la pedagogía emancipadora tiene las
siguientes características: reciprocidad
(entre estudiante-profesor, estudiante-estudiante, estudiante-comunidad,
aprendizaje colaborativo), reflexiva
y dinámica, basándose en los
procesos internos de construcción de conocimientos y estudiar la manera en que
el estudiante interactúa con el medio para construir sus conocimientos,
formando personas críticas que tomen
conciencia de su realidad y desarrollen su personalidad, sus pensamientos y
actuaciones sabía e inteligente. “… El dialogo es una exigencia existencial. Y siendo el encuentro que solidarizara la
reflexión y la acción de sus sujetos encauzados hacia el mundo que debe ser
transformado y humanizado no puede reducirse a un mero acto de depositar ideas
de un sujeto en el otro ni convenirse tampoco en un simple cambio de ideas
consumadas por sus permutantes”
De
lo anterior se puede inferir, el educador y el educando son en relación al otro
actores y autores de su propio conocimiento (histórico-humanizador), la creación de esta relación tiene como fundamento,
la interacción dialógica (dialéctica, método de conversación que constituye una
retroalimentación) que tiene como propósito la autocriticidad.
A
manera de conclusión, tanto los opresores como los oprimidos tienen que
liberarse, depende de los educadores trasformar la sociedad, por ende, su
interés debe estar mediado por una enseñanza que involucra continuamente el
entorno de los educados, la investigación, la observación, la reflexión y
desarrollo socio-cultural de las comunidades. La pedagogía emancipadora se
inclina a desarrollar completamente las aptitudes y capacidades (físico-cognitivas)
con las que alcanzara su autorrealización.
Después
de explicar el origen de la pedagogía oprimida como desencadenante que se
caracteriza por la sociedad silencio y la pasividad, apagando la propia
cultura. La pedagogía del oprimido es un reflejo de la sociedad opresora. Esta
constituye en una cultura de dominación entre el educador y el educando. Puesto
que, el educador es el que se encarga de escoger los contenidos, es el que
piensa, es el que educa.
El
educando es el sujeto pasivo que, se encuentra privado de su palabra,
solamente, se encarga de repetir, acomodarse y seguir los lineamientos del
educador. Aunque este modo de concebir el “desarrollo humano” es con frecuencia
olvidado en el afán inmediato por acumular bienes y riquezas financieras, no
debemos soslayarnos de que la finalidad
del desarrollo es el bienestar humano.
Ahora
daré paso a la tercera y última parte de este ensayo, la cuota personal que
aboga por el aprendizaje dialógico como trasformador de la sociedad colombiana
y consecuente del desarrollo humano. Es necesario, mencionar lo siguiente: las
condiciones materiales de una sociedad trascienden cuando lo fundamental es
desarrollar las capacidades humanas. Por lo tanto, las capacidades más
esenciales para el desarrollo humano son disfrutar de una vida larga y
saludable, haber sido educado, acceder a los recursos necesarios para lograr un
nivel de vida digno y poder participar en la vida de la comunidad. Para
intentar aproximarme a la concepción de vida en comunidad, la comprendo de la
siguiente manera, en la que cada uno de los integrantes estaba dirigido al
mismo fin, el desarrollo cualitativo y/o felicidad (Eudaimonía).
Y
es perfecto para el individuo alcanzar la felicidad en unión con los otros. Una
deducción que está determinada desde la disposición natural que tiene cada
individuo de vivir en comunidad, lo que es comúnmente olvida por la sociedad colombiana,
puesto que cada individuo solo se encuentra interesado en su propio bienestar. En
consecuencia, debemos vivir como en su momento lo Aristóteles: “vivir bien y obrar bien es lo
mismo que ser feliz”[4]. Por así decirlo, en una
comunidad los individuos estiman recíprocamente las facultades y capacidades de
cada uno de sus miembros ya que estas son el aporte sustancial por el que se
logra el desarrollo cognitivo en los demás. Esta relación recíproca es la que
Honneth denomina solidaridad. Al respecto aclara Honneth: “{…} brindar
solidaridad a alguien quiere decir, considerarlo /a como una persona cuyas
propiedades tienen valor para una praxis común de vida”[5], esto es
respetar las facultades de los otros, en aras de estas contribuyen con la
potencialización de las propias.
En
síntesis el desarrollo humano es reconocer y valorar las aportaciones que cada
individuo otorga a la comunidad, porque una comunidad, es donde el yo y el otro
se encuentran determinados por una relación intrínseca en la que ambos se
reconocen en la misma (comunidad) como sujetos de acción, el uno (yo) sujeto
activo, es en relación al otro sujeto pasivo, la fuerza potencializadora de las facultades cognitivas de éste, pues el
yo es en relación al otro, el motor por el que es proyectado el desarrollo
moral propio y del resto de la comunidad.
En
la sociedad colombiana la pedagogía de la emancipación se encontraría asentada
en el aprendizaje dialógico constituye un importante potencial de transformación
social. Y esto se ve reflejado consiste en la investigación y la observación,
puesto que, el aprendizaje de cada individuo se haya involucrado dentro y fuera
de las instituciones educativas, cuando el actuar y el aprender libremente está
permitido. En este punto, es importante mencionar las “comunidades de
aprendizaje”, las cuales constituyen un proyecto educativo que tiene por objeto
la transformación social y cultural de los centros educativos y sus
alrededores, enfatizando la importancia del diálogo igualitario entre todos los
miembros de la comunidad, incluyendo a profesorado, estudiantes, familias,
entidades y voluntarios.
Bibliografía:
Axel
Honneth, “Comunidades postradicionales. Una propuesta conceptual”, En: Crítica
del agravio moral, Fondo de Cultura Económica, México, 2009.
Aristóteles,
Ética Nicomáquea, Gredos, Madrid 1985.
Freire
Paolo, Pedagogía del oprimido (pdf). Fuente desconocida.
Axel
Honneth, “Comunidades postradicionales. Una propuesta conceptual”, En: Crítica del agravio moral, Fondo de
Cultura Económica, México, 2009, p. 297.